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Casa de Espiritualidad
Larrea
¿Quiénes somos?
El Carmelo Descalzo reconoce como madre y fundadora a Santa Teresa. En la Madre Teresa se dio, "querer conservar la continuidad del Carmelo", pero a su vez "quiso que naciese un nuevo estilo de vida religiosa", y lo hace siempre en fidelidad a la Iglesia. Tradición y afán de renovación, dos actitudes legadas al Carmelo Descalzo por su madre y fundadora Santa Teresa.
En Santa Teresa hay un crecimiento que va desde su deseo de reformarse a ella, o de reformar su orden, lo que motiva la fundación de San José de Ávila, 1562, a una preocupación eclesial, el de la unidad de la Iglesia, y finalmente, la preocupación apostólica al descubrir la misión, los nuevos espacios que se abren para la Iglesia en el América, el nuevo mundo.
El final de todo este proceso será el desarrollo fundacional que se desata y que llenará el resto de su vida, 1567-1582, y el dar a luz a los frailes descalzos, lo que acontece con San Juan de la Cruz y el P. Antonio de Jesús en Duruelo, 28 de noviembre de 1568, a los que transmite no sólo su estilo de vida, sino también su pasión o preocupación por la Iglesia y por la salvación de las almas, su ideal apostólico y misionero.
Nuestra espiritualidad
Entendemos por espiritualidad carmelitana una forma de sentir y vivir el evangelio desde determinadas premisas que nacen de la experiencia de los "grandes profetas" de la familia del Carmelo Descalzo: Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús, Edith Stein, como son: la experiencia de Dios que lleva a descubrir al Dios interior y a dar un sentido teologal a la vida; la experiencia cristológica, que lleva al Cristo histórico del evangelio; la experiencia de la Iglesia, como pertenencia y preocupación por el bien de la misma.
"El apostolado específico" del Carmelo Descalzo:
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La experiencia de Dios y el deseo de comunión con él, como testimonio y respuesta a la dimensión religiosa del hombre.
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La experiencia salvadora en Jesús de una humanidad necesitada de purificación y liberación.
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La fraternidad de una comunidad teresiana como aporte característico a la aspiración social y relacional del hombre de hoy, siempre en búsqueda de comunicación y amistad.
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La visión teologal y cristológica del hombre.
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La contemplación del mundo desde Cristo crucificado y resucitado presente y operante en la historia, como actitud de esperanza creadora para los hombres comprometidos por un mundo mejor.
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La vida de oración como experiencia de la trascendencia, del Dios revelado en Jesucristo. El ascetismo como desprendimiento de lo superfluo y disponibilidad en favor de los seres humanos.
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Promover en cada persona la capacidad de reflexionar -el espíritu crítico teresiano y que fomentar la convivencia social -el estilo de hermandad teresiana